La temible pandemia de coronavirus que azotó al mundo desde principios del año 2020 (2019 si nos remontamos a sus inicios en China) dejó muy patente el papel de la bioseguridad en el ámbito científico-sanitario. A pesar de que la OMS ha asegurado que el temido agente vírico que provoca la Covid-19 no fue fabricado por el hombre, cada vez hay quien tiene más dudas acerca de esto. De hecho, cada vez son más las opiniones que apuntan precisamente a un fallo en los protocolos de bioseguridad en el laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan.

Sea como fuere, lo cierto es que nos ha tocado aprender sobre la marcha qué es la bioseguridad y, más importante aún, por qué es tan crucial para evitar grandes desgracias. Hoy os hablamos largo y tendido sobre ello, ¡cuanto más informados estemos, menos problemas tendremos en un futuro!

¿Qué es la bioseguridad?

Las normas de bioseguridad son los protocolos y medidas de bioseguridad que debemos tener muy en cuenta para no tener que andar lamentar accidentes. Fue la mala planificación en los hospitales de todo el mundo lo que provocó que miles de sanitarios perdiesen la vida a causa del coronavirus. Nuestra generación no había tenido que enfrentarse jamás a una pandemia de semejantes características, por lo que nuestros centros hospitalarios no estaban para nada preparados. ¿A dónde vamos cuando no nos encontramos bien? Al hospital ,claro, pero… ¿qué pasa si allí no están prevenidos ante una amenaza como la Covid-19? Pues lo que terminó ocurriendo, una hecatombe de proporciones bíblicas.

Esta nueva enfermedad demostró que, a pesar de la gran calidad de algunos sistemas sanitarios, no había bioseguridad hospitalaria suficiente para enfrentarse a algo así. No había equipos de protección para los profesionales, pero tampoco hubo existencias de mascarillas hasta meses después de que la sociedad tuviese que permanecer confinada en sus hogares. Ocasiones desesperadas requieren medidas desesperadas, desde luego. Esperamos que todo el dolor que nos tocó vivir al menos sirva para, esta vez sí, contar con protocolos de bioseguridad que garanticen la supervivencia ante una futura amenaza como esta.

Elementos de la bioseguridad

A finales del año 2019 no teníamos ni idea de las que se nos venía encima. Sin embargo, la crisis del coronavirus ha servido para que todos, sanitarios y personas de a pie, hagamos un máster acelerado en bioseguridad. Ahora sabemos que existen distintos niveles de seguridad y, por lo tanto, distintos elementos con distintas funciones:

Inmunización

La clave en el mundo de la bioseguridad está en las vacunas. Cuando conocemos una amenaza y tenemos el remedio contra ella, como ocurre con el virus de la gripe, lo primero que hay que hacer es inmunizar a la población de riesgo. Es así como se previenen grandes catástrofes sanitarias.

El problema con la Covid-19 es que se trataba de una enfermedad desconocida hasta el momento, extremadamente contagiosa y con un índice de mortalidad elevadísimo. En este caso las investigaciones de los remedios se aceleraron como nunca antes en la historia, aunque aún estamos a vueltas con la conveniencia o no de inocularlas y cada cuánto hacerlo para que resulten lo más efectivas que sea posible.

Barreras de primer nivel

Como ya hemos dicho, el hecho de no contar con equipos de protección individual (los famosos EPIs) fue lo que provocó tantísimos contagios entre el personal sanitario. Este tipo de instrumentación es lo que se llama una barrera primaria: evita el contacto directo entre el paciente y el profesional médico, impidiendo además el paso de los agentes víricos de un organismo infectado a uno sano.

  • Guantes
  • Mascarillas
  • Trajes de protección
  • Gafas
  • Pantallas
  • Zapatos de seguridad
  • Delantales de caucho

Es de esperar que nuestros hospitales cuenten con todo esto, y en cantidad, de aquí en adelante. Ojalá no haya que volver a utilizarlo nunca más, pero que esté.

Otras barreras

Otra cosa que hemos aprendido es que, en una situación como esta, resulta vital extremar la higiene de nuestras manos. De ahí que se hayan instalado multitud de lavamanos donde antes no los había, o que hayamos utilizado geles hidroalcohólicos cuando no había opción de recurrir al agua y al jabón. Pero esa no es la única barrera secundaria que podemos aplicar.

Zonas de trabajo y atención diferenciadas, filtros en los sistemas de ventilación… Cualquier cosa que no tenga que ver con el trato de persona a persona, pero que sirva para prevenir un posible contagio, estaría en este grupo de elementos de bioseguridad.

Erradicación de la amenaza

Algo que vimos en plena vorágine de la crisis del coronavirus fueron bolsas y bolsas de material biológico comprometido en contenedores totalmente accesibles en las puertas de los hospitales. Esto, como ya supondréis, es una brecha terrible en la bioseguridad de los centros hospitalarios. El problema es que no había muchas empresas que se dedicasen a eliminar estos residuos como es debido y se vieron desbordadas.

Cada tipo de residuo tiene su propio sistema de eliminación y este debe ser 100% respetado para evitar el máximo de problemas que sea posible.

Importancia de la bioseguridad

No hacemos más que poner el ejemplo del coronavirus llegado desde China, pero es que nos viene como anillo al dedo para que entendáis la dimensión real de lo importante que resulta la bioseguridad en el mundo en el que vivimos.

La globalización hace que consumamos productos de todo el mundo, que crucemos el planeta en tan solo unas horas y que lo hagamos cargados de virus y bacterias en nuestro organismo. Por eso es tan importante no solo tener planteadas unas medidas efectivas de bioseguridad, sino cumplirlas a rajatabla. No importa que no haya ninguna amenaza activa, la única forma de que no surja es teniendo claro que tenemos que poner de nuestra parte para que nada malo suceda.

La catástrofe sanitaria que nos ha tocado vivir ha sido un aviso de las amenazas biológicas que están por venir en años venideros. Cuando más avanzamos nosotros con las medidas de protección, más se refuerzan las amenazas biológicas para poder seguir alojándose en nuestros cuerpos. ¡Más nos vale no olvidarlo!