¿Qué es la disnea?

La disnea es el término que se utiliza en la clínica para nombrar la dificultad respiratoria o falta de aire. Se trata de una experiencia subjetiva de cada persona.

La dificultad respiratoria puede involucrar una sensación de dificultad o incomodidad al respirar, o la sensación de no estar recibiendo suficiente aire.

Es un síntoma bastante frecuente, y normalmente se relaciona con presentar algún tipo de patología respiratoria.

Es bastante variable. Algunas personas pueden sentir disnea practicando un ejercicio leve, como subir escaleras, aunque no padezcan patología. En cambio, personas con enfermedad pulmonar avanzada, puede que no sientan nunca falta de aire.

La disnea puede variar desde ser leve y temporal, a ser grave y prolongada. En ocasiones es difícil diagnosticar y tratar la disnea, ya que existen muchas causas posibles.

¿Cuáles son sus causas de la disnea?

Antes de enumerar las causas debemos distinguir en función del tiempo de aparición entre disnea aguda o de reciente comienzo, de horas o días de evolución, y disnea crónica o progresiva, de semanas o meses de duración.

En cuanto a las causas, podemos clasificar la disnea como:

  • Relacionada con enfermedad: si se padece EPOC, cáncer de pulmón o metástasis pulmonar, obstrucción intestinal o ascitis que provocan disnea de manera secundaria, etc.
  • Relacionada con el tratamiento: si se ha realizado una cirugía pulmonar o ha recibido quimioterapia y/o radioterapia, sufriendo una fibrosis postratamiento.
  • Relacionada con una patología concurrente/aguda: si se padece una crisis asmática, una infección respiratoria, un tromboembolismo pulmonar, insuficiencia cardiaca, derrame pleural o pericárdico, etc.

Otras causas: si se padece anemia importante, ansiedad o dolor no controlado, podrá aparecer disnea de manera secundaria.

Tipos específicos de disnea y su manejo.

Como tipos específicos de disnea podemos distinguir:

  • Disnea de esfuerzo: aparece al realizar esfuerzos, haciendo distinción de si son grandes, medianos o pequeños. Según los esfuerzos que le provoquen disnea, así se tendrá que limitar la actividad diaria del paciente.
  • Disnea de decúbito, o posición tumbada: ésta puede alcanzar distintos grados de intensidad, siendo progresiva hasta alcanzar el decúbito. Este tipo de disnea se alivia elevando la cabecera del paciente, pudiendo incluso necesitar, en algunos casos, estar incorporado/sentado totalmente para su mejoría.
  • Disnea paroxística nocturna: es aquella que aparece durante la noche mientras el paciente está dormido. Esto lo obliga a despertarse bruscamente durante el sueño, incluso varias veces en la noche, lo que le resta calidad al descanso. Si se diagnostica se puede tratar con medidas no farmacológicas y, en algunos casos, con la colocación de una máquina que apoya la respiración generando una presión positiva continua de aire durante el sueño.
  • Disnea de reposo: esta aparece incluso sin realizar ningún tipo de esfuerzo, estando en reposo de actividad. En algunos casos se hace crónica. Se suele tratar con administración de oxígeno crónico domiciliario durante varias horas al día o todo el día, según la necesidad, así como con la evitación de esfuerzos y fármacos que disminuyan la sensación de disnea a nivel cerebral.

También existe una clasificación bastante conocida según el grado de disnea, que es la clasificación de la NYHA (New York Heart Association) en:

  • Clase I: ausencia de síntomas con la actividad habitual.
  • Clase II: síntomas con la actividad moderada.
  • Clase III: síntomas con escasa actividad.
  • Clase IV: síntomas en reposo.

Disnea paroxística nocturna: entendiendo las crisis nocturnas.

La disnea paroxística nocturna es una patología por la cual se tiene dificultad para respirar mientras se duerme. Consiste en crisis nocturnas de disnea durante el sueño, que obligan al paciente a dejar la posición tumbada, teniendo que incorporarse o sentarse, para poder respirar profunda o cómodamente.

Se explica por varios factores: como disminución de la actividad del centro respiratorio durante el sueño, así como el aumento del volumen sanguíneo y de la presión de capilar pulmonar en posición tumbada. Pueden presentarse síntomas como tos nocturna, somnolencia diurna y embotamiento mental en la mañana, secundarios al sueño no reparador.

Disnea de esfuerzo: afrontando las limitaciones diarias.

La disnea de esfuerzo es un tipo de disnea que se puede definir como la percepción de falta de aire que aparece con niveles de actividad que normalmente no la causan. La intensidad de la disnea se determinará evaluando el nivel de actividad necesario para que se desencadene la misma.

Los pacientes con enfermedades cardiorrespiratorias muestran mayores limitaciones respiratorias durante el ejercicio, mayor grado de disnea con determinados niveles de carga de trabajo, así como mayor consumo de oxígeno y mayor número de ventilaciones por minuto que una persona joven y sana.

La disnea en general, y la de esfuerzo en particular, es un síntoma que genera un gran impacto en la capacidad funcional de la persona que la padece, así como en su calidad de vida y en su capacidad/discapacidad ante un empleo, lo que puede generar importante sufrimiento emocional, teniendo estos pacientes que adaptarse de manera progresiva a las limitaciones diarias que la disnea les plantea.

Tratamiento no farmacológico para tratar la disnea.

El tratamiento de la disnea está compuesto por medidas farmacológicas y no farmacológicas.

Dentro de las medidas no farmacológicas se encuentran:

  • Tranquilizar al paciente.
  • Favorecer corrientes de aire fresco y suave en el medio en el que se encuentre.
  • Recomendar como ejercicio de respiración la realización de respiraciones diafragmáticas con espiraciones con labios semiocluidos.
  • Evitar factores que desencadenen la crisis.
  • Mantener una posición confortable.
  • Adaptar el medio a las necesidades.

Tratamiento farmacológico más utilizado para tratar la disnea.

El tratamiento farmacológico de la disnea se realizará dirigido a la causa o las causas que la provoquen. Algunos ejemplos son los antibióticos, los fármacos diuréticos, los broncodilatadores, los fármacos anticoagulantes, los corticoides, la oxigenoterapia si hipoxemia, etc… Otros medicamentos, como los opioides, los antiinflamatorios no esteroides (AINEs) y los ansiolíticos, también pueden ser eficaces.

Una persona con falta de aire debido a un esfuerzo excesivo probablemente recuperará el aliento una vez que se detenga y se relaje. Si la disnea está relacionada con el asma, generalmente responderá bien a fármacos como broncodilatadores y corticoides. Cuando se debe a una infección respiratoria, los antibióticos suelen resolver el problema.

Las personas con asma o EPOC suelen tener prescrito un broncodilatador inhalado de rescate para usar cuando sea necesario. En casos más graves, se necesitará oxígeno suplementario.

¿Podemos prevenir la disnea?

Las personas con disnea pueden adoptar medidas para mejorar su salud en general, entre las que se encuentran:

  • Dejar de fumar, si lo hacía.
  • Evitar el humo siempre que sea posible.
  • Evitar otros desencadenantes ambientales, como vapores químicos y humo de leña.
  • Perder peso si sobrepeso u obesidad, y una buena dieta equilibrada, ya que esto reduce el esfuerzo del corazón y los pulmones, haciendo que el ejercicio sea más fácil. Además, ambos pueden fortalecer el sistema cardiovascular y respiratorio. Puedes contar con nuestro nutricionista para plantear todas tus dudas.
  • Tomarse el tiempo necesario para adaptarse a alturas más elevadas, realizar actividades de forma gradual y reducir los niveles de ejercicio en altitudes superiores.
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