Cada día estamos más concienciados acerca del cuidado de la piel en verano en relación con la exposición al sol. Sabemos que la exposición solar aumenta el riesgo de cáncer de piel y es responsable del fotoenvejecimiento y, cada día somos más conscientes de la necesidad de protegernos. Sin embargo, existen otros factores ambientales, como el frío, que también pueden afectar a la salud de nuestra piel y por ello, es importante recordar que en invierno también es necesario el cuidado de la piel.

¿Qué podemos notar? En estos meses invernales podemos percibir que nuestra piel está más seca, más sensible o que incluso pueden empeorar afecciones que teníamos previamente. ¿Y qué podemos hacer? Vamos a intentar explicar cuáles son las agresiones a las que se ve sometida nuestra piel con el frío, sus posibles consecuencias y cómo podemos cuidar la piel en invierno.

Cambios y desafíos de la piel durante el frío

El frío puede ejercer una influencia negativa en la piel durante el invierno. Hay que tener en cuenta que la piel es el órgano encargado de mantener nuestra temperatura corporal dentro del rango fisiológico y que eso lo logra fundamentalmente controlando el flujo sanguíneo cutáneo. ¿Entonces qué es lo que sucede en nuestra piel cuando estamos expuestos al frío?

  1. El frío provoca la constricción de los capilares para adaptarse a las bajas temperaturas, esto hace que circule menos sangre en la piel. Si realizamos ejercicio o si cambiamos a un ambiente con mayor temperatura (por ejemplo, con calefacción), los capilares se dilatan, y puede aparecer eritema o enrojecimiento en cara o mejillas que puede hacerse persistente.
  2. Las bajas temperaturas asociado a la baja humedad provocan que la piel esté más seca (le cuesta más retener la humedad y produce menor cantidad de sebo), deshidratada e incluso “cuarteada” y provoca sensación de tirantez, escozor y picor.
  3. Empeora algunas enfermedades como la dermatitis atópica, la rosácea, la psoriasis o la piel de pacientes con acné en tratamiento con isotretinoína.
  4. Además, el propio frío puede producir algunas enfermedades como los sabañones, la xerosis de invierno, la dermatitis irritativa, la queilitis irritativa o la acrocianosis. Destacan:
  5. Perniosis (también conocidos como sabañones): Lesiones rojizas o violáceas en las zonas más distales, como manos, pies, nariz y orejas. Puede producir dolor, picor o quemazón. Se debe a una respuesta inflamatoria anómala a la exposición continua al frío. Más en mujeres, niños o ancianos.
  6. Xerosis de invierno: Durante el invierno, muchas personas sufren sequedad y picor de la piel, sobre todo en las extremidades inferiores, aunque también pueden afectarse antebrazos, mejillas, labios y tronco. La piel está seca y cuarteada. Se relaciona con las bajas temperaturas, la baja humedad y factores predisponentes del paciente: Atopia, ictiosis o edad avanzada.

Además, hay que tener en cuenta que el clima frío se combina con otros agentes externos que potencian el daño que puede producir en la piel. Además de la baja temperatura, la elevada altitud, el viento y la baja humedad ambiental, tienen efectos negativos en la piel produciendo sequedad, rojeces e irritación.

Rutinas esenciales para el cuidado de la piel en invierno

Hidratación y nutrición: básicos invernales

Tal y como hemos mencionado previamente, el frío puede producir sequedad y deshidratación en la piel como efecto principal. Por lo tanto, uno de los cuidados básicos de la piel en invierno será el uso de hidratantes, especialmente nutritivos, para intentar evitarlo.

Cuidado especializado para la piel de la cara en invierno

Aunque es importante cuidar de toda la piel en general, es cierto que existen ciertas zonas más sensibles como son cara y labios, además de cuello, escote y manos donde la piel es más fina y está más expuesta al exterior.

Además de la hidratación específica de la piel, con productos específicos y adecuados para cada tipo de piel y paciente, conviene recordar algo esencial. El invierno es muy buen momento para el tratamiento de algunas patologías como por ejemplo melasma o acné, y para la realización de algunos procedimientos como láser, IPL o peelings. Pueden usarse alfahidroxiácidos, agentes antioxidantes (vitamina C o ácido ferúlico) o derivados de la vitamina A como el retinol, que estimula la producción de colágeno, mejora la arruga fina y homogeniza y da luminosidad a la piel.

Por último, y no menos importante, es importante recalcar que, aunque la intensidad de la radiación ultravioleta es menor, el sol “también brilla en invierno” y es fundamental la protección solar. Se recomienda que la protección solar sea diaria, como parte de nuestra rutina habitual, pero sobre todo si se realizan deportes al aire libre (esquí, correr, montañismo) o acudimos a la montaña o a la nieve.

Consejos prácticos para mantener una piel saludable en invierno

De forma práctica, sencilla y de cara a mantener nuestra piel sana en invierno pueden ser útiles una serie de consejos básicos:

  • Aumenta tu hidratación y hazlo de una forma constante. No olvides los labios. Lo ideal es aplicar tu hidratante una o dos veces al día.
  • Cuida tus manos. Están continuamente expuestas y sufren mucho los efectos del frío. No te excedas en su lavado e hidrátalas, usa guantes.
  • Utiliza productos suaves y duchas cortas con agua tibia (ni muy fría ni muy caliente).
  • Usa prendas de abrigo
  • Evita los cambios bruscos de temperatura para intentar que no aparezcan capilares dilatados, sobre todo en la cara.
  • Utiliza protección solar. Es básica, el efecto de la radiación ultravioleta es acumulativa y aumenta el riesgo de cáncer de piel y el fotoenvejecimiento por lo que es muy recomendable utilizar la protección solar también en invierno.

Desde la AEDV (Academia Española de Dermatología y Venereología), la Dra. Nayra Merino, miembro de la AEDV, detalla todos estos cuidados de una forma más amplia en una serie de consejos:

  • Hidratar a diario y varias veces al día la piel. Esto es especialmente importante en aquellas personas que padecen algún tipo de dermatosis (dermatitis atópica, psoriasis…). Un emoliente adecuado (a base de lanolina, urea, etc.) ayudará a mantener una piel sana durante el invierno.
  • Evitar lavar excesivamente las manos. Las dermatitis de desgaste que afectan al dorso de las manos son un motivo frecuente de consulta en esta época del año, especialmente en personas que por razones laborales se las lavan de forma repetida. Para evitarlo se debe promover el uso de guantes y las cremas con efecto barrera.
  • No utilizar productos agresivos para el lavado de cara y cuerpo. Escoger productos suaves y testados dermatológicamente.
  • Evitar ducharse con agua muy caliente o muy fría. Lo ideal es el agua tibia y no ducharse más de una vez al día, ya que esto aumentaría la deshidratación de la piel.
  • Hidratar los labios y protegerlos de la luz ultravioleta. Los labios sufren mucho en invierno, más aún si se tiene alguna alteración de base (queilitis atópica, actínica…).
  • No olvidar las gafas de sol y la protección solar diaria también en invierno, especialmente en zonas donde haya nieve, ya que ésta refleja el 80% de la radiación solar.
  • Usar guantes y prendas de abrigo. Sobretodo, aquellos pacientes con sensibilidad al frío y que suelan padecer de perniosis (sabañones) o fenómenos de Raynaud (dedos de las manos fríos y que tornan en color blanco, azulado y rojo).
  • Huir de los cambios bruscos de temperatura, ya que esto aumenta la posibilidad de aparición de capilares dilatados (telangiectasias o arañas vasculares) en la cara (especialmente mejillas). Tres aspectos:
  • Los principios activos más recomendados para pieles no sensibles son: la vitamina C, el ácido retinoico, el ácido glicólico y los hidroxiácidos (con importante función antiedad). Sin embargo, hay pieles intolerantes que deben utilizar sustancias calmantes, vasoconstrictoras y descongestivas, como el dexpantenol, alfabisobolol, rusco, ácido glicirrético… Además, tienen que evitar productos que contengan alcohol, conservantes o perfumes. Por ello, es fundamental la valoración individual dermatológica de cada tipo de piel.
  • La textura de la crema ideal dependerá también del tipo de piel y de si se padece alguna afección de base: En general, el fluido será mejor para las pieles mixtas o grasas y la crema para las maduras y secas.
  • El invierno es la mejor época para realizar tratamientos despigmentantes faciales.
  • Cuidar la alimentación. Aumentar el consumo de vitamina C y antioxidantes. No olvidar beber entre 1,5-2 litros de agua al día.
  • Evitar el tabaco y el alcohol, ya que repercuten de forma negativa en la salud de nuestra piel.

Como conclusión, debemos recordar que la piel con el frío puede enrojecerse, aparece más seca, deshidratada y sensible siendo indispensable hidratarla y nutrirla y protegerla. Deberían tener especial cuidado las personas que ya tiene una patología dermatológica previa, como la dermatitis atópica, la rosácea o la psoriasis. Consulta al dermatólogo. ¡Cuida tu piel del frío en invierno!

Bibliografía
  • Piérard GE, Henry F, Piérard-Franchimont C. Lesiones por frío. Fitzpatrick p. 844-852.
  • La piel y el frío: Diez consejos. Por la Dra. Nayra Merino, del Hospital Quirón y Clínicas DemaMedicin en Tenerife, miembro de la AEDV. www.aedv.es: Actualidad-Notas de Prensa.