En ocasiones venimos a contaros grandes tecnologías aplicadas a la salud que los ingenieros e inventores ponen a nuestra disposición. Sin embargo, en esta ocasión venimos a contaros cómo la sabiduría humana aprendió a utilizar una herramienta presente en la naturaleza, con más años que el hilo negro, en beneficio propio: las ondas ultrasónicas. La historia sirve para saber cómo hemos llegado hasta donde estamos. Por eso, hacemos un alto en el camino para hablar de las ondas ultrasónicas y poder volver a mirar hacia adelante y siendo totalmente capaces de ver todo lo que está por venir., ¿nos acompañáis?

¿Qué son las ondas ultrasónicas?

Es posible que nos suene el uso de las ondas ultrasónicas en el campo de la medicina, pero si vamos un poco más al fondo de la cuestión, ¿qué son exactamente las ondas ultrasónicas?

Lo cierto es que el concepto como tal es bastante técnico, pero intentaremos dar una definición lo más asequible posible. Para empezar, este tipo de ondas mecánicas se emiten a través de un generador de ondas ultrasónicas. Su frecuencia es bastante elevada y, al contrario que otras, su propagación varía en función del material contra el que impactan y cómo vibran sus partículas al encontrarse con ellas.

De esta vibración, por cierto, se deduce que existen tres tipos de ondas ultrasónicas:

    • Longitudinales: Este tipo de ondas ultrasónicas puede propagarse tanto en líquidos como en sólidos o incluso en gases. Se llaman así porque las partículas vibran en la misma dirección en la que se propaga la onda.
    • Transversales: En este caso, las partículas vibran en perpendicular a la forma que tiene la onda de propagarse por el espacio. Es decir, si la onda va hacia adelante en la horizontal, las partículas vibrarán hacia arriba y hacia abajo. Lo normal es que esta particularidad haga que la velocidad de propagación se vea afectada.
    • Superficiales: Este tipo de ondas necesitan de unas características especiales para propagarse. Concretamente, lo hacen a una longitud de onda por debajo de la superficie del material. Las partículas a su paso, por cierto, vibran haciendo una elipse.
    • De Lamb: Son el último de los tipos de ondas ultrasónicas. Puede producir vibraciones simétricas o antisimétricas, y también provocan que las partículas vibren siguiendo la forma de una elipse.

Y ahora que conocemos la teoría… ¿qué os parece si vemos cómo se aplica al mundo de la medicina?

Aplicaciones de las ondas ultrasónicas en la medicina

Aunque a día de hoy ya existen métodos bastante más avanzados, lo cierto es que las ondas ultrasónicas han sido, y siguen siendo, básicas en el estudio del interior del cuerpo humano. Del mismo modo que un murciélago emite ultrasonidos para ‘ver’ los obstáculos contra los que puede chocarse, nosotros hemos aprendido a utilizar esta herramienta para observar el interior de nuestro cuerpo sin necesidad de abrirlo. Sabemos cómo actúa cada cavidad de nuestro organismo, y cómo responde uno u otro órgano a las ondas sonoras ultrasónicas. Gracias a eso, hemos aprendido a traducir la respuesta en una imagen, y dicha imagen les muestra a los médicos muchísimo más de lo que pensamos.

Las aplicaciones de las ondas ultrasónicas son muchas y muy variadas, desde luego, pero… ¿a quién se le ocurrió empezar a utilizarlas como medio diagnóstico? Empezar a utilizarlas, sí, no inventarlas, porque como ya os hemos dicho los ultrasonidos están presentes en la naturaleza.

  • Fue en el año 1700 cuando un italiano, Lazzaro Spallanzani, descubrió estas ondas al observar cómo cazaban los murciélagos.
  • Aunque fueron estudiadas a lo largo de los siguientes siglos, lo cierto es que no fue hasta pasado el año 1900 cuando empezaron a conseguirse grandes avances.
  • Primero en la marina y en la aviación, como sónar, y después como herramienta de diagnóstico médico.
  • Este último punto no llegó hasta pasada la Segunda Guerra Mundial, cuando empezaron a hacerse pruebas. Eso sí, los primeros resultados notables no llegaron hasta la década de los 70, por lo que se puede decir que las ondas de ultrasonidos son una herramienta relativamente joven en el mundo médico.

Como decimos, a día de hoy existen técnicas muchos más modernas, pero la relación calidad/precio de este tipo de dispositivos hará que aún nos acompañen un tiempo.

Ejemplos de ondas ultrasónicas

Hablar de este tipo de tecnologías resulta incompleto sin hablar también de algunos de los ejemplos de procedimientos más cotidianos en los que las encontramos. De ahí que hayamos decidido incluir este apartado, para que veáis que las ondas ultrasónicas están bastante más presentes en nuestra vida de lo que pensamos:

  • Un ecógrafo: Cuando una madre acude a los distintos controles necesarios durante el parto y le preguntan que si quiere ver a su bebé, la imagen que se le ofrece se consigue mediante el uso de ondas de ultrasonidos. Y diréis ‘pero si se ve hasta en color!’. Así es, aunque al principio eran en blanco y negro, las tecnologías ligadas a los ultrasonidos han avanzado una barbaridad en los últimos 50 años.

Pero ahí no queda la cosa. El ver al bebé no es únicamente para darle el gusto a la madre. Las ondas ultrasónicas son la mejor manera para el médico de observar al feto sin provocarle ningún tipo de daño. Además, cuando tenemos algún tipo de dolor interno y hay que buscar una inflamación o una rotura, también se utiliza un aparato muy similar.

  • Ultrasonido estético: Ahora que al fin se han puesto de moda los tratamientos estéticos no invasivos, conviene saber que las ondas ultrasónicas pueden ayudarnos enormemente a cuidar nuestro físico. Un buen ejemplo de ello son los tratamientos en los que se utilizan, por ejemplo, para acabar con la celulitis más rebelde. O para eliminar cicatrices o estrías, dos de las marcas en la piel más antiestéticas. ¡O incluso contra las varices!

Como veis, los ultrasonidos están más presentes en nuestra vida de lo que pensábamos. Nos acompañan en nuestro día a día y nos hacen la vida un poco más fácil, ¡sobre todo cuando necesitamos que vean en nuestro interior!