Cuando hablamos de avances técnicos que suponen un antes y un después en el mundo de la sanidad, nos gustaría poder terminar diciendo que todos son tan beneficiosos como la inmunoterapia celular en la lucha contra el cáncer. Este tratamiento ha demostrado ser muy útil para reforzar nuestras defensas y hacer retroceder al que se ha convertido en nuestro auténtico ‘mal del siglo’. Eso sí, ¿hasta qué punto es recomendable por encima de otras soluciones que nos da la medicina?

Hoy os contamos todo lo que necesitáis saber acerca de la inmunoterapia celular. Un tratamiento que ha sido calificado como Avance del Año en la batalla contra el cáncer en varias ocasiones por la American Society of Clinical Oncology. Este organismo estima podría salvar 250.000 años de vida únicamente entre los enfermos de cáncer de pulmón de EE.UU., ¿os imagináis lo que podría llegar a suponer la inmunología en España?

¿Qué es la inmunoterapia celular?

A la hora de hablar de inmunoterapia celular hay que decir que es una terapia genética. Su fin es muy claro: estimular o reponer el sistema inmune del sujeto al que se le aplica para que sea capaz de luchar contra una amenaza. Decimos amenaza y no cáncer directamente porque, como ya habréis supuesto, esta bioterapia es válida contra otro tipo de males como las infecciones.

¿Y qué significa eso de ‘bioterapia’? Pues que está elaborada a partir de sustancias producidas por organismos vivos, que son las que estimulan las defensas del paciente.

¿Cómo funciona la inmunoterapia celular?

El sistema inmune del cuerpo humano tiende a rechazar cualquier tipo de agresión que amenace el funcionamiento normal del organismo. De hecho, existen una serie de trastornos autoinmunes que ocurren cuando el sistema inmune falla y se vuelve contra el propio cuerpo. El problema de las células cancerosas es que han desarrollado mecanismos de defensa contra el sistema inmune. Esto hace que este sea mucho menos efectivo contra ellas, o que directamente no suponga ningún tipo de impedimento para el crecimiento de un tumor y su posterior metástasis.

Dichos mecanismos de defensa pueden ser de varios tipos:

  • Desarrollo de proteínas que desconectan la capacidad de regeneración de las células inmunitarias
  • Alterar las células que rodean al tumor para que actúen como barrera natural ante las células del sistema inmune
  • Mutar genéticamente para volverse ‘invisibles’ ante las células inmunitarias

¿Inmunoterapia o quimioterapia?

Para empezar, comenzaremos aclarando que la quimioterapia no suple a la inmunoterapia, ni viceversa. Ambos tratamientos se basan en un mismo objetivo, tratar de conseguir acabar con la proliferación de células cancerosas en el organismo, y al contrario de lo que muchos piensan, son completamente complementarios. La única diferencia entre ambos es el camino que toman para ayudar al ser humano a combatir el cáncer.

  • La quimioterapia es medicación que ataca directamente al tumor. Intenta que deje de crecer y que sus células dejen de reproducirse, y es ideal para reducir el tamaño del mismo antes de una operación. Además, también se utiliza para eliminar cualquier rastro de amenaza después de la misma.
  • La inmunoterapia también es medicación, pero en vez de centrarse directamente en erradicar al tumor, lo que hace es reforzar nuestro sistema inmune para que sea nuestro cuerpo el que luche contra él.

Eso sí, aunque tomen dos vías muy diferentes, ambas se allanan el camino mutuamente. Aunque mucha gente lo desconoce, la quimioterapia también se utiliza para tratar enfermedades del sistema inmune.

Curados con inmunoterapia

Aunque el uso de la inmunoterapia genera opiniones encontradas, suponemos que en casos como este las únicas que importan son las de los pacientes que se han curado gracias a ella. No son pocos los testimonios que hemos leído de personas a las que les habían dado cuatro meses de vida y lo cuentan con orgullo años más tarde. En sus casos, que se detuviese o ralentizase el crecimiento de las células cancerosas, e incluso que la inmunoterapia acabase con la metástasis, fue el mayor regalo que pudo hacerles la vida.

Hay gente que ha conseguido curarse por completo sirviéndose de alguno de los tipos de inmunoterapia que existen. Otros no se han curado, pero han conseguido ganar un tiempo precioso con el que resistir hasta que aparezca un remedio mejor. Nunca hay que perder la esperanza en la lucha contra el cáncer y la inmunoterapia es precisamente eso, esperanza. La mortalidad va reduciéndose. Poco a poco, pero se está consiguiendo, y en eso es en lo que hay que enfocar todos los esfuerzos. Entre cañonear el organismo hasta que aguante y sobrevivir para ver tiempos mejores, nosotros no tenemos duda: nos quedamos con la segunda opción.

Tipos de inmunoterapia

Lo más normal cuando hablamos de inmunoterapia celular es que pensemos que solo existe un tipo. Que es una bolsa como la de la quimioterapia, nos la ponen y a cruzar los dedos. Pero no, lo cierto es que existen varios tipos y que van en función de contra qué toque luchar:

  • Anticuerpos monoclonales: Se trata de proteínas elaboradas en laboratorio con un objetivo muy específico. Tal y como dice su nombre, actúan como anticuerpos, y están diseñadas para ‘marcar’ células cancerosas que han mutado volviéndose prácticamente invisibles para el sistema inmune del paciente. Esto permite a sus defensas saber hacia dónde tienen que dirigirse, y contra qué tienen que luchar.
  • Inmunomoduladores: Son sustancias que les ponen las pilas a las defensas del paciente, les dan un chute de energía para volver a la batalla de forma más activa. Pueden ser de amplio espectro, y afectar a todas las células por igual, o estar modificadas para centrarse sobre un elemento específico.
  • Terapia de transferencia de células T: También se la conoce como inmunoterapia adoptiva. Consiste en coger células del propio tumor del paciente, manipularlas y devolverlas al cuerpo para que actúen sobre la amenaza, intentando neutralizarla por completo. Puede ser de dos tipos: terapia LIT o terapia de células T con CAR.
  • Inhibidores de puntos de control inmunitario: Los puntos de control inmunitarios son mecanismos de nuestro organismo para mantener a raya nuestras defensas. Son los que se encargan de que la respuesta inmunitaria no sea desmedida y termine resultando perjudicial. Los inhibidores bloquean esta especie de ‘compuertas de contención’, dejándolas abiertas de par en par para que la respuesta inmune sea todo lo potente que pueda ofrecer nuestro cuerpo.
  • Vacunas de tratamiento: Aunque comparten el nombre, no tienen nada que ver con las vacunas contra enfermedades víricas como la gripe. En este caso, fortalecen específicamente a nuestro sistema inmune para que tenga más armas con las que responder al cáncer.